lunes, 26 de septiembre de 2011

Estrategias de marketing y PYMEs. Esos dos desconocidos.

Cada día veo cientos de citas, blogs, tuits, webs y hasta pintadas en los muros hablando de la importancia de mantener una estrategia de marketing y comunicación para todo tipo de empresas.
En muchos casos, parece que es algo que se deja para "después", cuando se haya alcanzado cierto éxito o se disponga de personal para ocuparse de "esas cosas". En la gran mayoría (me refiero a PYMES), la realidad es que la estrategia (si es que la hay) solo está en la mente del dueño de la empresa y poco más. La realidad del día a día demuestra que en nuestro país todo lo que no sea apagar fuegos no interese. Las microempresas y las PYMEs ya tienen bastante con sobrevivir y resolver sus asuntos cotidianos. Reconocen la importancia de un plan de marketing o de comunicación, pero no saben o no pueden dedicarle tiempo o recursos. Y cuando contratan a un profesional para que desarrollen piezas o campañas solo piden que sea bonito, barato y que le haga caso en todo, que para eso saben del negocio.

Esa falta de visión estratégica alcanza cotas inalcanzables de absurdo cuando las empresas se enfrentan al fenómeno de las redes sociales. La mayoría se le hace la boca agua pensando que va a tener un millón de seguidores que van a popularizar su marca hasta el infinito y "más p'allá".

Pero aquí vienen las grandes cuestiones que estos empresarios no saben responder: ¿realmente tienes una marca? ¿y qué vas a hacer con ese millón de usuarios? ¿contarles chistes? ¿bombardearlos a promociones?

Creo firmemente que las únicas vías para avanzar además de la innovación en el producto/servicio están en desarrollar una correcta planificación estratégica de comunicación y marketing. Eso no tiene que implicar grandes desembolsos en publicidad o contratar 14 community managers. Lo que realmente implica es destinar los recursos adecuados y necesarios para la situación de la empresa, no solventarlos con parches. Es ahí donde la figura del profesional (o la agencia) debe adquirir su verdadera dimensión.

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